¿Sabes? Cuando se avecina una tormenta de fracasos saco mi paraguas de la autocompasión, cuando está terminando me coloco el gorro de falsas sonrisas para que no me caiga la brisa de tristeza; cuando cae granizo de desilusión me refugio en techos de soledad y cuando hay charcos de inseguridades llenos de lodo de incapacidades me coloco mis botas de fe y esperanza; pero cuando suenan los relámpagos y truenos del dolor sólo me queda decir que no, no soy impermeable al dolor.